lunes, septiembre 19, 2005

XI JUEGOS DE LA ARAUCANÍA 2002:

Profetas en su tierra

Érase una vez una región que se sintió como el Olimpo y sus deportistas como héroes griegos. Un ambiente propicio para la gestación de una de las mayores alegrías deportivas que nuestros gladiadores le han dado a la Araucanía.


Entre el lunes 4 y el viernes 9 de noviembre del año 2002, Temuco pareció ser otro. Buses recorriendo la ciudad de punta a cabo, decenas de chicos con buzo recorriendo las calles y los lugares de atracción, una exquisita mezcla de voces chilenas y argentinas, y mucho entusiasmo fue lo que se generó gracias a los XI Juegos de la Araucanía.

Esta competencia, para contextualizar un poco, se lleva realizando hace varios años e involucra a participantes de varias regiones del sur de Chile y Argentina. Cada año, una de las delegaciones participantes se encarga de organizar la actividad, que ya lleva once años de vida. En una semana se puede ver a los mejores exponentes del atletismo, judo, básquetbol, fútbol, ciclismo y voleibol de ambos países.

A lo largo de los juegos, nuestra región nunca había tenido una actuación destacada. Salvo algunas excepciones, la mayoría de las veces no se lograba destacar. De hecho, en la última versión de este campeonato binacional, nuestros exponentes volvieron con un gusto amargo en sus bocas.

Pero esta vez era distinto. Debía serlo. La novena región era la sede y estábamos de locales, lo que se comenzó a sentir a medida que se acercaba la fecha de inicio. La Dirección Regional de Chiledeportes y las diferentes asociaciones competitivas hicieron esfuerzos sobrehumanos para que estos juegos tuvieran la cobertura mediática necesaria y, con esto, el apoyo masivo de los temuquenses, lautarinos, villarricenses, carahuinos, imperialinos y de cada una de las comunas de la región.

Y lo fue. Por primera vez en la historia de los juegos la novena región conseguía un vicecampeonato en la tabla general. Fue la actuación más destacada que han tenido nuestros representantes hasta la fecha. La gente se sentía comprometida y, al ver que se daban los resultados, asistía en masa a los gimnasios y estadios, lo que ayudó a que este logro fuese posible. Esa semana se respiraba deporte en el Ñielol.

RESPALDO Y VOLUNTAD

Pero para que tamaño evento tuviera el éxito esperado, era necesario contar con el importante apoyo de las autoridades encargadas del deporte. La gran responsable de organizar los XI Juegos de la Araucanía en Temuco fue Chiledeportes, a través de su Dirección Regional.

Un apoyo que no sólo se debía traducir en los recursos económicos, sino también en un compromiso tal que lograra equiparar lo hecho en otras sedes de estos campeonatos. Los últimos juegos fueron realizados en Santa Cruz, Argentina, lugar en el cual los deportistas chilenos fueron muy bien tratados. La anterior versión había dejado la vara bastante alta.

El ser buenos anfitriones era uno de los objetivos. Pero sin duda el gran desafío estaba en otorgar las mayores facilidades para que nuestros deportistas sacaran la cara por la Novena Región. Éramos locales, lo que significaba una presión muy fuerte. Había que sacar buenos resultados, era ahora o nunca. Y así lo entendieron en Chiledeportes.

Carlos Oyarce es Jefe del Departamento de Actividad Física en la Dirección Regional. En el 2002 había asumido hace poco en este cargo y fue el encargado de organizar y de apoyar la participación de los atletas de nuestra región. Una importante tarea que requería de una entrega igualmente trascendente.

“Fue una tremenda responsabilidad ser el encargado de apoyar a los deportistas de acá. Y un gran trabajo también. Antes, durante y después de los Juegos visitamos a todas las agrupaciones y federaciones participantes que nos representaban. Debíamos motivar y estar atentos a cualquier cosa que se necesitase, sobre todo en el desarrollo de las actividades. Trabajábamos casi 16 horas al día para atenderlos a todos. Esa semana fue demasiado intensa, pero dio sus frutos”.

Y vaya que los dio. Por primera vez en su historia la región se hizo parte del cuadro de honor. Nuestros deportistas fueron vicecampeones, sólo superados por la delegación de Río Negro, los favoritos de siempre. Era la mejor ubicación que se había conseguido desde la creación de los juegos.

Estos logros se sumaron a la excelente organización del evento por parte de los directivos regionales de Chiledeportes. Hubo un real compromiso, el que se vio reflejado en la gran cantidad de gente que repletó los gimnasios, en los constantes agradecimientos por parte de los cuadros visitantes y en la trascendencia que el deporte consiguió en la región. Oyarce está seguro de esto.

“Hemos tenido un sudamericano de marcha, campeonatos nacionales de gimnasia rítmica, de levantamiento olímpico de pesas y de canotaje. Pero por el volumen de participantes, por el hecho de involucrar a deportistas de seis provincias argentinas y cinco regiones chilenas, y por el nivel deportivo de algunas competencias, ha sido el evento competitivo más importante de la ciudad”.

HACIENDO HISTORIA

Hubo muchas disciplinas que hicieron historia en la región. Una de ellas fue el voleibol femenino, actividad que fue parte de ese incremento general de los deportistas que nos representaban y que los llevó a ser vicecampeones.

Siempre acostumbrados a estar en la mitad de la tabla, los temuquenses no tenían mucha fe en el voleibol. Los resultados anteriores nunca habían sido muy auspiciosos, lo que comenzaba a generar un peligroso círculo vicioso: las chicas se sentían desmotivadas, el público estaba desilusionado y los dirigentes comenzaban a perder la confianza. Había que parar esto antes que sea tarde.

Fue así como Chiledeportes y la Asociación de Voleibol de Temuco se abocaron a la labor de encontrar un técnico extranjero que lograra lo que hasta el momento no se había podido hacer: consolidar a este deporte dentro de las destacadas.

En este contexto llegó Omar Morandini a la ciudad. Este mendocino deportista asumió la importante responsabilidad de lograr que el equipo femenino estuviera donde la gente lo quería ver: en los puestos de avanzada. Había sido contratado para dirigir a estas chicas en los Juegos de la Araucanía, pero terminó quedándose hasta el día de hoy a cargo de la selección.

“Yo no tenía una evaluación certera de lo que era el deporte aquí en la región, pues era mi primera experiencia fuera de mi país. Creo que la cosa pasaba por aportar la experiencia que había obtenido en Argentina y de poder aplicarlo acá en los juegos. El objetivo que se me planteó en Chiledeportes era que el equipo tuviera un rendimiento acorde a la magnitud del evento y al hecho de que éramos locales”.

Era un desafío. La presión era demasiado fuerte y Morandini la sentía. Sabía que si no se daban los resultados era probable que volviera a Argentina “con la cola entre las piernas”, como se dice popularmente. Pero ya estaba acá y había que hacer frente a lo que viniera. Porque problemas hubo, y varios.

“Lo más difícil no pasó por mejorar la técnica ni cosas propias del voleibol, sino cambiar la falta de actitud hacia el deporte. Fue un proceso que se fue dando en los entrenamientos y en las giras previas. Tuvimos que entrenar muy duro y acá no todas estaban dispuestas a eso. Pero las que se quedaron finalmente lo entendieron y lograron lo que lograron”.

Esa forma de ver el deporte, propia de un argentino, se fue inculcando en las jugadoras temuquenses, las que entendieron la forma de trabajar del entrenador. Aprendieron a soportar la presión que se sentía de tener que sacar la cara por todos aquellos que se acercaban a los gimnasios. Y fueron dando buenos resultados, lo que hizo que la gente se entusiasmara y repletara los recintos cada vez que las chicas de Morandini salían a jugar.

Finalmente el equipo de voleibol logró el tercer lugar en su disciplina, siendo la primera vez que este deporte otorgaba una medalla a la región. Un logro que se repitió durante tres años seguidos y que ha hecho que el técnico mendocino siga dirigiendo a nuestro equipo.

“Sin duda guardo muy bonitos recuerdos de ese tiempo. Con las chicas seguimos en contacto y muchas de ellas aún están en el equipo. Pero lo vivido en esos juegos fue maravilloso al ser la primera vez. Se cumplió el desafío a pesar de las presiones y pude aportar con mi granito de arena a que se lograra ese ambiente deportivo en la ciudad”.

“NOS SENTIMOS VERDADERAS DEPORTISTAS”

En este mismo equipo de voleibol estaba Daniela Barría. Esta joven de 20 años aún estaba en el colegio cuando se efectuaron los Juegos de la Araucanía en Temuco. Acostumbrada a que este deporte pase casi desapercibido ante la gente y los medios, recuerda cómo eso cambió en esos singulares días.

“El cambio fue fuerte. Se notaba que ese año no sería igual a los otros. Los dirigentes trajeron a un técnico extranjero para lograr resultados y consolidar la condición de locales. Antes éramos mucho más relajadas, pero con la llegada de Omar la historia fue otra. Él gritaba, ordenaba, y retaba con fuerza a quien no se acogiera a la disciplina. Hubo muchas dietas, prácticas extras, casi 50 partidos de preparación y una concentración que nunca antes habíamos tenido”.

Un sacrificio que se veía matizado además por las presiones que se hacían desde la dirigencia, las que también llegaban a las jugadoras. Fue una etapa llena de deserciones. No todas estaban dispuestas a ser sometidas a tamaño sacrificio. Pero las que se quedaron vivieron cosas que no se imaginaban y que todavía Daniela recuerda con emoción.

“Estábamos demasiado concentradas. Podíamos hablar con nuestras familias sólo a cierta hora y nos pasábamos del hotel a los partidos o los entrenamientos y viceversa. Nos trasladábamos en buses súper modernos y nos alojábamos en piezas de lujo. Todo esto nos hacía sentir como si fuéramos verdaderas deportistas, de las profesionales. Si hasta la gente nos pedía autógrafos cuando salíamos del hotel o del gimnasio. Fue una época única, parecía que estábamos en otra ciudad”.

Las que se quedaron al final agradecen los regaños de su técnico, los que les permitieron hacer historia en el voleibol regional. Hoy Daniela sigue ligada al deporte y conserva su medalla de bronce como el reflejo de una de las mejores etapas de su vida.

Experiencias que relatan cómo se vivió uno de los eventos deportivos más hermosos que se recuerden en Temuco. Un año en el cuál los hijos del Ñielol pudieron sentirse en la gloria. Y en su propia tierra.
Redactado por Rodrigo Villagrán B.© Derechos Reservados

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